Leones a la hora del almuerzo by Mary Pope Osborne

Leones a la hora del almuerzo by Mary Pope Osborne

autor:Mary Pope Osborne
La lengua: spa
Format: epub
editor: Lectorum Publications, Inc.


6

De punta en blanco

—¡Quédate quieta! —dijo Jack.

Annie y su hermano se quedaron tiesos como dos estatuas al ver al elefante que emergía de entre las sombras. Éste se desplazó pesadamente hacia la laguna y hundió la trompa en el agua.

—Mira lo que hace —dijo Annie.

Jack suspiró aliviado. El elefante no iba a correr para comérselos. Aunque, qué enorme era.

—Tratemos de escabullirnos —dijo Jack.

—Pero yo quiero ver lo que hace —suplicó Annie.

—Está bien —respondió Jack, cansado de los cambios de planes de su hermana—. Después de todo, no necesito tu ayuda para resolver el acertijo. Nos veremos en la casa del árbol.

Cuando se dio vuelta para marcharse, Jack sintió que le caía agua de lluvia.

Intrigado, se volvió a mirar. La trompa del elefante colgaba por encima de la cabeza de Annie.

—¡Qué bueno! ¡Me está dando una ducha! —exclamó encantada.

El elefante roció a Annie de arriba a abajo con su lluvia. Poco a poco el lodo fue desapareciendo; primero del rostro, después de la blusa y, por último de las piernas.

—Creo que a los elefantes no les gustan los niños sucios —comentó Annie entre carcajadas.

Ahora se veía completamente limpia. Aunque estaba empapada.

—Ahora te toca a ti —le dijo a su hermano.

Jack dio un paso hacia delante y cerró los ojos. Un chorro de agua gigantesco lo recorrió de la cabeza a los pies. En verdad, el agua se sentía como una ducha. Sólo que más potente que la del baño de su casa.

Cuando Jack estuvo completamente limpio, el elefante dejó oír un gruñido de satisfacción. Luego se metió en la laguna.

—¡Gracias! —dijo Annie.

—¡Sí! ¡Muchas gracias! —agregó Jack.

—¡Ahora sí que estoy de punta en blanco! —comentó Annie.

—Cuando termine de secarme al sol estaré como nueva —agregó.

—Muy bien —exclamó Jack—. Ahora nos pondremos a trabajar en serio.

Tomó la mochila del suelo y agregó:

—Debemos encontrar la respuesta al acertijo. Y será mejor que lo hagamos antes de que nos metamos en un problema serio.

“¿Dónde estarán los leones?”, se preguntó, con nerviosismo.

De pronto, un pequeño pájaro sobrevoló por encima de su cabeza.

—Hola —dijo Annie.

—Según el acertijo, teníamos que encontrar algo dorado y dulce —comentó Jack.

—¿Qué quieres? —le preguntó Annie al ave.

El pájaro continuó revoloteando en el mismo lugar. Tenía el plumaje de un color gris apagado. Pero se lo veía alegre y chispeante.

—Annie, escúchame a mí. ¡Deja de mirar al pájaro! —dijo Jack.

—Pero trata de decirnos algo —agregó Annie.

—Creo que hoy vas a lograr volverme loco —comentó Jack, resoplando con furia.

—Yo creo que el ave trata de pedirnos ayuda. Tal vez sus pichones se cayeron del nido —insistió Annie.

—Annie, no puedes ayudar a cada animal de la planicie —dijo Jack.

—Pero este pájaro es importante, Jack. ¡Confía en mí!

El pájaro se internó en el bosque y se detuvo en una rama. Luego alzó la cabeza en dirección a los niños.

—Quiere que lo sigamos —dijo Annie.

El pájaro avanzó por entre los árboles del bosque. Annie corrió detrás de él.

¡No entres allí! —gritó Jack—. Podrías encontrarte con…

No tuvo tiempo de terminar la frase. Annie y el ave ya habían desaparecido.



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